¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (1 Corintios 9:24)
Por Víctor Cruz
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Bannister, cuando cursaba el primer año de la Facultad de Medicina en Inglaterra corrió, en un campeonato universitario celebrado en 1946, la distancia de una milla en 4 minutos y 52 segundos. Un día le preguntó al técnico cuáles eran sus posibilidades como atleta. En respuesta recibió el siguiente consejo: “Usted podrá obtener un resultado mejor, pero tendrá que acortar sus pisadas, disciplinar sus hábitos y correr con mas cadencia”. Bannister escuchó el consejo. Disminuyó sus pisadas y se sometió a un riguroso programa de entrenamiento. En 1950 venció a Slijkhuis, famoso atleta holandés, con la marca de 4 minutos y 9,9 segundos. Convencido de que quebraría la barrera de los 4 minutos, continúo sometiéndose a rigurosos ejercicios, hasta que el 6 de mayo del 1954 logro la victoria que asombró al mundo. Cuando terminó la carrera exhausto, se desmayó en medio de la aclamación de la multitud reunida. El cronometro marcaba 3 minutos y 59,4 segundos. La barrera cayó ante la tenacidad demostrada por el joven atleta.
“Los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio. Corred de tal manera que lo obtengáis”. Pablo corría correctamente hacia la línea final, y al igual que un buen boxeador, no perdía ningún golpe. Sujetaba también su cuerpo, obligándolo a estar completamente bajo su control. A través de un ejercicio diario y de una rigurosa disciplina personal logró aumentar su vigor espiritual y sus posibilidades de vencer la carrera de la fe.
Si el atleta disminuye los ejercicios y descuida la disciplina propia, comenzará la carrera con los músculos enflaquecidos y la resistencia debilitada, bajo el signo de la derrota.
Si queremos alcanzar la corona de la gloria inmortal, debemos ejercitar la fe, resistir la tentación, y con el poder de Dios, subyugar nuestros malos impulsos y pasiones, hasta ultrapasar la barrera del pecado y alcanzar la victoria en Cristo.
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