miércoles, 26 de agosto de 2009

PAZ Y REFRIGERIO

Mas el séptimo día es sábado para Jehová tú Dios; no hagas en él obra alguna
(Éxodo 20:10)
Por Víctor Cruz

La máquina, como se ha dicho, necesita descanso. El cuerpo humano, que es más complicado y delicado que la más compleja de las maquinas de precisión, necesita reposo después de un periodo de actividad. Ya no se habla más de la teoría de descansar cargando piedras, esto es, de descansar de un trabajo realizando otro.

Hoy la ciencia dividió el día en tres partes: ocho horas de trabajo, ocho horas de sueño, ocho horas de descanso. En el descanso entran las recreaciones, los paseos, las lecturas, las visitas, e incluso el reposo en una sala o un jardín.

Pero, además de los momentos del descanso diario, el Señor estableció el descanso semanal. “Más el séptimo día es sábado, para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna”.

Sabiendo que la semana era una institución divina, la Revolución Francesa, en su afán por proscribir todos los elementos religiosos de la vida nacional, instituyó el llamado Calendario Republicano, que establecía la semana de diez días. Los resultados fueron desastrosos. Los cronistas de la época nos informan que hasta los caballos desfallecían en las calles, bajo la tensión de una semana tan larga. Un escritor, analizando los problemas suscitados por el nuevo calendario, declaró: “Moisés fue ciertamente inspirado por alguna revelación natural, cuando adoptó una semana de siete días”.

En 1803, el Calendario Republicano francés desapareció, y el ciclo semanal instituido por Dios restaurado. En Rusia, los dirigentes del partido, reunidos en 1923, reconociendo que la institución de la semana bíblica contribuía al fortalecimiento del culto a Dios, para proscribir la divinidad de la vida nacional idearon el llamado Calendario Eterno, con una semana de cinco días. Pero, después de una experiencia insatisfactoria de ocho años, restauraron el ciclo semanal de siete días.

A pesar de esos ocasionales atentados contra el plan divino, la institución de la semana se ha mantenido inmutable desde el Edén, hasta nuestros días. En las labores durante los seis días de la semana nuestras energías se agotan físicas, moral y espiritualmente, y necesitamos renovarlas.

Nuestro buen Pastor providencio pastos verdes para todos los que deseen encontrar paz, refrigerio y descanso en el Sábado.

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