lunes, 24 de agosto de 2009

PRESERVADA DE LA DESTRUCCIÓN

Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz (Hebreos 11:31)

Por Víctor Cruz

Nos sorprendemos con la presencia de Rahab, prostituta de Jericó, en la gloriosa lista de “héroes de la fe”, presentada en el Capítulo II de la Epístola a los Hebreos. Y nos preguntamos cuáles son las razones que llevaron al autor inspirado a inmortalizar a una mujer de mala reputación, incluyéndola entre otros nombres ilustres reconocidos en la historia de Israel por su devoción y sus virtudes.

Cuando Israel envió a dos espías a Jericó para observar la situación prevaleciente, Rahab los protegió, ocultándolos en su casa. A pesar de su vida pecaminosa, su mente había sido iluminada por la certeza de que el Dios de Israel, era el verdadero y único Dios. El pueblo de Jericó y todas las naciones vecinas habían oído hablar de los hechos sobrenaturales que acompañaron a los hijos de Israel desde que salieran de Egipto: que las aguas del Mar Rojo se abrieran, la milagrosa provisión del maná, que el agua brotara de la roca, y así sucesivamente. Y ahora no ocultaban sus temores, pues en Israel se encontraban acampando junto a las fronteras de Canaán.

En medio del generalizado temor se destacaba Rahab, una persona solitaria, dispuesta a aceptar el hecho de que Dios era “Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11). Sin vacilaciones había aceptado la tenue luz que incendió sobre su mente, y confió en el Dios de Israel. ¿Y cuál fue el resultado? Cuando los muros de Jericó cayeron espectacularmente, su casa fue providencialmente preservada con todos sus parientes, a quienes había escondido en su casa según los espías le habían dicho.

Jericó sufrió el inclemente juicio divino, pero la casa de Rahab permaneció incólume en medio de la desintegración general. Su fe en el Dios de Abraham, la guardó en medio de la terrible mortandad y destrucción.

Este fragmento de la historia de Israel, nos permite comprender el significado de las palabras de Jesús dirigidas a los fariseos: “Los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios” (Mat. 21:31).

El mismo Dios que protegió a Rahab, nos guardará también, en el tiempo de angustia que ha de venir sobre el mundo.

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