martes, 10 de febrero de 2009

DEJAR LAS PREOCUPACIONES EN EL SANTUARIO

Echa sobre Jehová tu carga y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo
(Salmo 55:22)
por Victor Cruz
¿Por qué ir a la iglesia? Los encuentros periódicos con Dios en su santuario nos permiten aliviar el corazón del peso opresivo de los problemas, los cuidados y las aflicciones. El culto divino, con sus cánticos de loor, sus oraciones dirigidas al Señor y el inteligente estudio de la Palabra, ayuda a curar muchas heridas, a atenuar la tristeza, a llevar consuelo al corazón y a sostener el ánimo en tiempos de aflicciones perplejidades y cuidados.

Norman Vincent Peale describe en uno de sus libros cómo, una vez, un diácono descubrió en su iglesia un curioso enigma.

En uno de los últimos bancos encontró un día pequeños pedazos de papel azul, bien doblados y escritos a lápiz, leyó las palabras como estas: “El empleo de Williams…Clara enferma… el alquiler…”

A la semana siguiente observó, intrigado, a otros pedazos de papel azul, con dos o tres palabras escritas. Después de cada reunión encontraba invariablemente los papelitos enigmáticos.

Curioso, decidió observar quién los dejaba, y descubrió a una joven señora. Asistía al servicio religioso sola, y después en silencio, se retiraba, dejando siempre sus papelitos. El diacono le mostró al pastor los papelitos que ella había dejado el ultimo mes. El pastor los leyó y sorprendido, levantó las cejas.

En el culto siguiente se esforzó por encontrar a la señora mencionada por el diácono y le pidió cortésmente que lo esperase un momento. Le mostró los pedazos de papel y le preguntó que significaban.

Ella vaciló por un momento. Después, con los ojos arrasados de lagrimas, dijo: “Usted puede pensar que es muy infantil, pero un día leí las siguientes palabras: ‘Lleva tus preocupaciones a la iglesia y déjalas allí’. Mis preocupaciones están escritas en esos pedazos de papel. Los escribo durante la semana y los traigo aquí cuando vengo al culto de adoración. Siento que Dios está tomando sobre sí estas cargas.”

El pastor, después de oírla, le dijo suavemente: “Dios mismo está llevando cuenta de ellas. Por favor, venga siempre y eche sus cargas sobre el Señor.”

Al salir de la iglesia, el pastor se detuvo para recoger un papelito más dejado allí aquella mañana: “Juan, desempleado…”

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará”

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