lunes, 2 de febrero de 2009

TRASPLANTE CARDIACO

Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne (Ezequiel 36:26)

Por Víctor Cruz

Cuando en 1967 el Dr. Christian Barnard realizó la primera operación de trasplante cardiaco, el mundo vibró con inmenso entusiasmo y millares de cardiacos recuperaron las esperanzas de seguir viviendo.

Pero, a esas esperanzas se siguieron las desilusiones, en consecuencia de la crisis del rechazo después de cada operación. El mismo Dr. Barnard, en el Congreso de Cardiología celebrado en Bergamo, Italia en 1970, anunció que realizaría más trasplantes de corazón hasta que no se resolviera el problema del rechazo.

Más tarde, el galeno con el perfeccionamiento de las técnicas y el empleo de nuevos productos contra el rechazo, se realizaron nuevas operaciones, despertando moderado optimismo. Aunque las noticias relacionadas con este asunto son divulgadas con alarde y sensacionalismo, esta operación no es más importante que el trasplante espiritual mencionado en la Biblia.

Cada hijo e hija de Adán nace afligido por enfermedades cardiacas crónicas, caracterizadas por el orgullo, la codicia, la avaricia y el odio. ¿Qué hace entonces Jesús, el gran cirujano? “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros…y os daré un corazón de carne”.

Pero esta cirugía tiene su precio. De la misma manera como en los casos de trasplante, es necesario que haya donante. Ese donante debe morir para que el trasplante pueda consumarse. Pero Jesús dio su vida voluntariamente. No fue un accidente. Mucho antes de haber entrado el pecado en el mundo, él ya se había dispuesto a donar su vida para que todos los que solicitaran un trasplante pudieran recibir un “corazón nuevo”.

Esta operación espiritual, que transforma al paciente en una nueva criatura en Cristo, sólo se realiza a favor de los que anhelan la vida eterna y no desean continuar viviendo en transgresión. La voluntad de disfrutar de salud y vigor espirituales es, pues una condición indispensable para la obtención de un nuevo corazón.

Tener un nuevo corazón es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos. ¿Cuál es la señal de un corazón nuevo? Una vida cambiada. Se produce día tras día, hora tras hora, una muerte del orgullo y el egoísmo.

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