miércoles, 3 de junio de 2009

¿ARREPENTIMIENTO O REMORDIMIENTO?

Entonces Judas… devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos (Mateo 27:3)
Por Víctor Cruz
Algunas horas después de estar en la cena con el Maestro desapareció, apareciendo de nuevo en el Getsemaní, en compañía de los sacerdotes y soldados romanos. Parecía avergonzado y confuso. Pero no se volvió del papel que debía desempeñar como parte del precio que le habían pagado: besó al Nazareno, revelándose como el “hombre de doble ánimo” de que habló Santiago (Sant. 4:8)

Judas nunca imaginó que Jesús sería condenado a muerte. ¡Cuántas veces, en su ministerio, escapó como por milagro! Era una tontería pensar que Aquel que hasta resucitaba a los muertos, dejaría que lo esposaran los esbirros. No. Sería una oportunidad de oro para ganar “lícitamente” algunas monedas de plata. Recibiría el precio de la perfidia y Jesús operaría un milagro mas, escapando y así su fama seria mayor que nunca. Así pensaba Judas.

Pero, con espanto y horror, vio a su Maestro maniatado. “Ansiosamente le siguió desde el huerto hasta el proceso delante de los gobernantes judíos… pero mientras… Jesús se sometía a todos los abusos acumulados sobre él, se apoderó del traidor un terrible temor de haber entregado a su Maestro a la muerte”.

La agonía era intensa. Se sentía perturbado por una conciencia culpable. Forzó la entrada en presencia del Sanedrín y en medio de una multitud sobresaltada, con el rostro desfigurado por el miedo, gritó perplejo: “He pecado, entregado sangre inocente” (Mat. 27:4). Después de deshacerse del precio de la traición huyó por el camino del sur y en un lugar solitario, en un árbol cualquiera se ahorcó. A la mañana siguiente fue encontrado en un estado de probable desintegración: dividido tanto en la muerte como en la vida.

Judas no sintió en su interior la tristeza que resulta de un genuino arrepentimiento, sino que vivió el drama doloroso de un inmenso remordimiento. Arrepentimiento no es lo mismo que remordimiento. El remordimiento mira al pecado; el arrepentimiento mira al Calvario. El primero nos devuelve a nosotros mismos; el segundo nos lleva de vuelta a Dios.

“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón no habrá cambio real en la vida”.

No hay comentarios: