Por Guillermo Caram
Independientemente de detalles numéricos y las formalidades dadas a conocer por la comisión oficial designada para estudiar la operación de venta de acciones de REFIDOMSA al Estado Venezolano, creemos pertinente advertir que lo esencial es el riesgo que corre nuestra soberanía al vincularse hasta la dependencia a través de la inversión estatal extranjera de una nación mas poderosa política, económica y militarmente que la dominicana.
Al respecto conviene recordar las siguientes experiencias:
1. En el año 1821 los dominicanos declaramos la independencia del dominio español y el presidente Núñez de Cáceres solicitó el protectorado de la Gran Colombia concebida por Simón Bolívar. El “Libertador”, como se le suele llamar al prócer venezolano, no mostró entusiasmo de obtemperar al requerimiento dominicano pero mantuvo buenas relaciones con Haití en reciprocidad al respaldo que éste le había ofrecido en sus aventuras libertarias. El resultado fue la invasión haitiana a la parte oriental de la Isla y 22 años de ocupación militar haitiana hasta que Juan Pablo Duarte inspirara la desocupación en 1844. Por esa razón se conoce la gesta de 1821 como la independencia efímera.
2. A principios del siglo pasado y como consecuencia del excesivo endeudamiento externo del país, la nación se endeudó con los EEUU mediante un préstamo destinado a saldar otras deudas externas e internas, especialmente con potencias europeas que nuestros vecinos del norte querían desinteresar para mantener su hegemonía hemisférica. Mediante dos convenciones firmadas al respecto, 1905 y 1907, la nación adoptó una especie de protectorado que comenzó colocando las aduanas bajo administración norteamericana y terminó con la ocupación militar de 1916.
Estos dos ejemplos ilustran de lo que es posible cuando la nación se supedita a Estados extranjeros mas poderosos que el nuestro, especialmente aquellos dotados de un poderío político y militar.
Y estos antecedentes ilustran la amenaza potencial que pende sobre la dominicanidad la anunciada inversión estatal venezolana para la compra de acciones de REFIDOMSA; puesto que cualquier diferendo comercial, económico, financiero o gerencial puede concluir con intervenciones políticas y ocupaciones militares como sucedió en las dos experiencias citadas.
Con relación al documento puesto a circular por la Comisión Oficial designada al efecto, es conveniente advertir que el mismo contiene una serie de quimeras e ilusiones, aparentemente recurridas como argumento publicitario; tal y como ha sucedido con otros proyectos gubernamentales ejemplo de lo cual son las dos plantas a carbón de 600MV. Veamos:
1. El gobierno dominicano señala en el punto 1 del documento como bondades del acuerdo, que con la venta de las acciones a Venezuela se aumentaría el suministro de crudo venezolano de 30 a 50 mil barriles diarios. Algo similar postularon cuando le compraron las acciones a la Shell y no lograron. Y es que la capacidad de procesamiento y almacenamiento de REFIDOMSA está limitada a prácticamente los niveles actuales. De manera que la pretensión gubernamental no deja de ser una quimera o un recurso publicitario para justificar la operación.
Sobre este punto conviene precisar que la mayor disponibilidad financiera argumentada por el supuesto incremento de consumo petrolero no beneficiaría a la población ni a la economía puesto que los consumidores y agentes económicos pagarían en dinero constante y sonante, al contado, el consumo de combustible; sino que iría, como endeudamiento, no como consecuencia de generosidad alguna, beneficiando únicamente al gobierno para cubrir sus crecientes déficits fiscales. Recuérdese que ese endeudamiento tendría que ser pagado en el futuro con recursos procedentes del presupuesto nacional nutrido del dinero de los contribuyentes que ser vería mermado en su capacidad de prestación de servicios públicos demandados por la población.
2. Postula en el punto 4 un aumento de la “capacidad de…refinamiento de REFIDOMSA”. Recuérdese al respecto que REFIDOMSA, mas que refinería es una destilería, de paso obsoleta e ineficiente en términos tecnológicos. Aumentar la capacidad de refinamiento mediante ese procedimiento destilero resulta improcedente y antieconómico. Y aumentarlo mediante nuevas tecnologías de refinación resulta técnicamente imposible puesto que implicaría la superposición de una tecnología moderna de refinación como debe de ser a una destilería diseñada hace 40 años. Para ilustración, esto es comparable a convertir una aparato electrónico análogo en digital o sustituir la combustión de vehículos que utilizan carburadores para instalarles el moderno sistema de inyección.
3. Plantea en el punto 6 la posibilidad de acceso tecnológico para la exploración y explotación de crudo y gas natural, lo que no ha hecho con su par ecuatoriano, como si Venezuela le convendría incorporar un nuevo competidor en el Caribe.
4. Confiesa en el punto 7 el interés venezolano de vender mas productos venezolanos, lo cual es factible en el rol de REFIDOMSA como importador, no como procesadora; puesto que actualmente solo satisface la tercera parte del mercado nacional y el resto puede ser comprado en otros mercados a precios y calidad mas competitivos, incluyendo el mercado spot.
Sobre este punto conviene también recordar que REFIDOMSA no procesa petróleo propiamente dicho sino un crudo reconstituido mediante un “coctel” que le prepara expresamente la industria petrolera venezolana; una especie de derivado, subproducto residual del procesamiento refinado del petróleo natural. Como consecuencia los combustibles emanados de REFIDOMSA poseen contaminantes que están por encima de lo que ordinariamente se encuentran en el petróleo de buena calidad. Y ese crudo reconstituido, por estas razones, no tiene mucha demanda ni existen muchas instalaciones industriales expresamente diseñadas para procesarlas; siendo objeto, en ocasiones, de rechazos comerciales por sus negativas consecuencias en la preservación los motores que lo consumen y del medio ambiente ocasionados por los gases derivados de su combustión.
En resumen, al llegar a ser VENEZUELA un suplidor preferencial con apetencias de exclusividad de REFIDOMSA; pudiera interesarle expandirse para conquistar una proporción mayor del mercado nacional, supliendo mas crudo, reconstituido si posible fuera o de otro tipo; todo atado en función de un financiamiento al servicio de sus intereses.
Pero no así a los nacionales.
Ante cualquier autoridad nacional que opte por no seguir endeudándose para quemar combustible o por no seguir utilizando materias primas que provoque derivaciones contaminantes durante la combustión en motores y medio ambiente; es previsible la germinación de diferendos económicos y financieros que pueden concluir en intervenciones políticos y ocupaciones militares.
Igual puede suceder ante un gobierno nacional que decida adoptar políticas públicas estimuladoras de la competencia para la competitividad que implica la compra y venta a los mejores mejor postores, en términos de precios y calidades, tanto de crudos como refinados. Ante un gobierno nacional que postule, como debe ser, la liberalización del mercado de combustibles en el marco de la competencia consustancial con la competitividad; la atadura a un Estado extranjero suplidor y copropietario, y en consecuencia coadministrador, traduciría conflictos potencialmente dirimibles con imposiciones políticas o el uso de la fuerza militar
Finalmente conviene advertir las consecuencias de posibles cambios políticos en la propia Venezuela. Hoy día estamos de paños y manteles con el gobernante de turno, nada de lo cual garantiza que así será en el futuro. Durante los gobiernos de Acción Democrática en la primera parte de los 80s, fueron enviados embarques petroleros sustentados informalmente con sus pares dominicanos que posteriormente estos embarques tropezaron con exigencias propias de los cambios de gobierno dominicano y a raíz del acuerdo venezolano con el FMI. Los conflictos del Presidente Betancourt durante la dictadura, también puede servir de ilustración.
Al respecto conviene recordar las siguientes experiencias:
1. En el año 1821 los dominicanos declaramos la independencia del dominio español y el presidente Núñez de Cáceres solicitó el protectorado de la Gran Colombia concebida por Simón Bolívar. El “Libertador”, como se le suele llamar al prócer venezolano, no mostró entusiasmo de obtemperar al requerimiento dominicano pero mantuvo buenas relaciones con Haití en reciprocidad al respaldo que éste le había ofrecido en sus aventuras libertarias. El resultado fue la invasión haitiana a la parte oriental de la Isla y 22 años de ocupación militar haitiana hasta que Juan Pablo Duarte inspirara la desocupación en 1844. Por esa razón se conoce la gesta de 1821 como la independencia efímera.
2. A principios del siglo pasado y como consecuencia del excesivo endeudamiento externo del país, la nación se endeudó con los EEUU mediante un préstamo destinado a saldar otras deudas externas e internas, especialmente con potencias europeas que nuestros vecinos del norte querían desinteresar para mantener su hegemonía hemisférica. Mediante dos convenciones firmadas al respecto, 1905 y 1907, la nación adoptó una especie de protectorado que comenzó colocando las aduanas bajo administración norteamericana y terminó con la ocupación militar de 1916.
Estos dos ejemplos ilustran de lo que es posible cuando la nación se supedita a Estados extranjeros mas poderosos que el nuestro, especialmente aquellos dotados de un poderío político y militar.
Y estos antecedentes ilustran la amenaza potencial que pende sobre la dominicanidad la anunciada inversión estatal venezolana para la compra de acciones de REFIDOMSA; puesto que cualquier diferendo comercial, económico, financiero o gerencial puede concluir con intervenciones políticas y ocupaciones militares como sucedió en las dos experiencias citadas.
Con relación al documento puesto a circular por la Comisión Oficial designada al efecto, es conveniente advertir que el mismo contiene una serie de quimeras e ilusiones, aparentemente recurridas como argumento publicitario; tal y como ha sucedido con otros proyectos gubernamentales ejemplo de lo cual son las dos plantas a carbón de 600MV. Veamos:
1. El gobierno dominicano señala en el punto 1 del documento como bondades del acuerdo, que con la venta de las acciones a Venezuela se aumentaría el suministro de crudo venezolano de 30 a 50 mil barriles diarios. Algo similar postularon cuando le compraron las acciones a la Shell y no lograron. Y es que la capacidad de procesamiento y almacenamiento de REFIDOMSA está limitada a prácticamente los niveles actuales. De manera que la pretensión gubernamental no deja de ser una quimera o un recurso publicitario para justificar la operación.
Sobre este punto conviene precisar que la mayor disponibilidad financiera argumentada por el supuesto incremento de consumo petrolero no beneficiaría a la población ni a la economía puesto que los consumidores y agentes económicos pagarían en dinero constante y sonante, al contado, el consumo de combustible; sino que iría, como endeudamiento, no como consecuencia de generosidad alguna, beneficiando únicamente al gobierno para cubrir sus crecientes déficits fiscales. Recuérdese que ese endeudamiento tendría que ser pagado en el futuro con recursos procedentes del presupuesto nacional nutrido del dinero de los contribuyentes que ser vería mermado en su capacidad de prestación de servicios públicos demandados por la población.
2. Postula en el punto 4 un aumento de la “capacidad de…refinamiento de REFIDOMSA”. Recuérdese al respecto que REFIDOMSA, mas que refinería es una destilería, de paso obsoleta e ineficiente en términos tecnológicos. Aumentar la capacidad de refinamiento mediante ese procedimiento destilero resulta improcedente y antieconómico. Y aumentarlo mediante nuevas tecnologías de refinación resulta técnicamente imposible puesto que implicaría la superposición de una tecnología moderna de refinación como debe de ser a una destilería diseñada hace 40 años. Para ilustración, esto es comparable a convertir una aparato electrónico análogo en digital o sustituir la combustión de vehículos que utilizan carburadores para instalarles el moderno sistema de inyección.
3. Plantea en el punto 6 la posibilidad de acceso tecnológico para la exploración y explotación de crudo y gas natural, lo que no ha hecho con su par ecuatoriano, como si Venezuela le convendría incorporar un nuevo competidor en el Caribe.
4. Confiesa en el punto 7 el interés venezolano de vender mas productos venezolanos, lo cual es factible en el rol de REFIDOMSA como importador, no como procesadora; puesto que actualmente solo satisface la tercera parte del mercado nacional y el resto puede ser comprado en otros mercados a precios y calidad mas competitivos, incluyendo el mercado spot.
Sobre este punto conviene también recordar que REFIDOMSA no procesa petróleo propiamente dicho sino un crudo reconstituido mediante un “coctel” que le prepara expresamente la industria petrolera venezolana; una especie de derivado, subproducto residual del procesamiento refinado del petróleo natural. Como consecuencia los combustibles emanados de REFIDOMSA poseen contaminantes que están por encima de lo que ordinariamente se encuentran en el petróleo de buena calidad. Y ese crudo reconstituido, por estas razones, no tiene mucha demanda ni existen muchas instalaciones industriales expresamente diseñadas para procesarlas; siendo objeto, en ocasiones, de rechazos comerciales por sus negativas consecuencias en la preservación los motores que lo consumen y del medio ambiente ocasionados por los gases derivados de su combustión.
En resumen, al llegar a ser VENEZUELA un suplidor preferencial con apetencias de exclusividad de REFIDOMSA; pudiera interesarle expandirse para conquistar una proporción mayor del mercado nacional, supliendo mas crudo, reconstituido si posible fuera o de otro tipo; todo atado en función de un financiamiento al servicio de sus intereses.
Pero no así a los nacionales.
Ante cualquier autoridad nacional que opte por no seguir endeudándose para quemar combustible o por no seguir utilizando materias primas que provoque derivaciones contaminantes durante la combustión en motores y medio ambiente; es previsible la germinación de diferendos económicos y financieros que pueden concluir en intervenciones políticos y ocupaciones militares.
Igual puede suceder ante un gobierno nacional que decida adoptar políticas públicas estimuladoras de la competencia para la competitividad que implica la compra y venta a los mejores mejor postores, en términos de precios y calidades, tanto de crudos como refinados. Ante un gobierno nacional que postule, como debe ser, la liberalización del mercado de combustibles en el marco de la competencia consustancial con la competitividad; la atadura a un Estado extranjero suplidor y copropietario, y en consecuencia coadministrador, traduciría conflictos potencialmente dirimibles con imposiciones políticas o el uso de la fuerza militar
Finalmente conviene advertir las consecuencias de posibles cambios políticos en la propia Venezuela. Hoy día estamos de paños y manteles con el gobernante de turno, nada de lo cual garantiza que así será en el futuro. Durante los gobiernos de Acción Democrática en la primera parte de los 80s, fueron enviados embarques petroleros sustentados informalmente con sus pares dominicanos que posteriormente estos embarques tropezaron con exigencias propias de los cambios de gobierno dominicano y a raíz del acuerdo venezolano con el FMI. Los conflictos del Presidente Betancourt durante la dictadura, también puede servir de ilustración.
E incluso, los vaivenes de la política mundial puedan afectarnos. Quien sabe si el Presidente Chávez en su afán por liderar el socialismo del siglo XXI opte por una dimensión internacional que implique su abandono de la política doméstica como lo hizo el Ché Guevara con posterioridad a la revolución cubana. O que la correlación de fuerzas de la geopolítica internacional, que es tan voluble como lo demuestra que ayer Mohamed Gadhafi era el enemigo número 1 de los EEUU y hoy ha pasado a ser su aliado en el Oriente, determine cambios en la política venezolana que deje la dominicanidad plantada como sucedió en 1821 con le independencia efímera de Núñez de Cáceres.
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