Por Guillermo Caram
Una decisión atinada ha sido tomada, ¡por fin!, por la cúpula del PRSC: Consensuar una directiva a refrendar mediante Asamblea de ese partido, que es lo que manda y obliga la ley electoral, en lugar de primarias que tradicionalmente han provocado divisiones como ha sucedido cada vez que las mismas se han celebrado para tomar decisiones importantes, ejemplo de lo cual fue en el 2004 y en el 2008.
Esta decisión puede imprimir tal dinamismo al reformismo que cambie la suerte de la nación si es que se dan los pasos ulteriores para consolidar una identidad reformista socialcristiana con ganas y garras de gobernar por si mismo.
El primero de ellos tiene que ser internalizar que el consenso no significa unanimidad si no, como reza el diccionario, asenso o consentimiento entre personas de una entidad. Esto a propósito de la oposición a lo acordado por parte de aspirantes presidenciales que ocupan puestos gubernamentales como los casos de los directores del INDRHI e IMPOSDOM.
LA oposición al consenso haca mas válida nuestra propuesta de que sea adoptada una modelo de estructura confederada como vía para hacer valer la presencia reformista – socialcristiana en el espectro político nacional; para equilibrar y mejorar así nuestra democracia y para adoptar fórmulas para superar la situación actual dentro de la crisis económica reciente readmitida por el Presidente Fernández mediante una de sus habituales disertaciones públicas.
El objetivo inmediato de ésa Confederación sería estructurar una boleta electoral que brinde la oportunidad de participar en las próximas elecciones congresionales y municipales a candidatos reformistas – socialcristianos; independientemente que se hayan mantenido o no en la institucionalidad, que se hayan desprendido hasta formar movimientos periféricos incluyendo otros partidos con los que pueden federarse; e incluso confederarse con aquellos que, abrazando el socialcristianismo o consignas ambientalistas que le resultan consustancial, se han agrupado en torno al denominado bloque progresista o al PRD.
No visualizamos otra vía para canalizar aspiraciones de reformistas - socialcristianos.
Las puertas del PRD le resultan selladas por el sabor amargo dejado por la Alianza Rosada que permitió la elección de algunos que hoy se identifican con el gobierno.
La posibilidad de una alianza formal con el PLD debe descartarse a juzgar por pronunciamientos de sus dirigentes que apuestan a la desaparición y absorción del PRSC por el PLD, testimoniados por precedentes como el del 2006 en que al ser desestimada esta posibilidad llevó a la Alianza Rosada.
Una alianza o apoyo directo del gobierno le traduciría conflictos al Presidente como ilustra el aflorado en torno a la senaduría de San Juan y la que ya se vislumbra para a las senadurías de María Trinidad Sanchez y La Vega
Una confederación reformista – socialcristiana concurriendo sola a las elecciones impulsaría la consolidación y mejoramiento del sistema de partidos, hoy bajo mirilla, que se perfeccionaría en beneficio del Bien Común.
El PRD se auto-percibiría fortalecido y con mayores posibilidades ante un reformismo independizado del PLD y éste se sentiría liberado de las pretensiones reformistas a su costa.
Hasta el Presidente Fernández pudiera sentirse complacido al disponer colaboradores repartidos en distintas canastas y por aumentar su capacidad de negociación ante una eventual candidatura PLDista que le resulte incómoda.
De seguir atinando el PRSC como ha atinado ahora al escoger su dirigencia mediante consenso y pasara del consenso a la confederación; las escalinatas del Palacio Nacional pudieran recibir pisadas reformistas en el 2012 y el próximo gobierno podría tener el olor reformista que reclaman las circunstancias presentes.
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