miércoles, 17 de junio de 2009

DISCIPLINA Y AMONESTACIÓN DE LOS HIJOS

Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4)
Por Víctor Cruz

La madre de George Washington (1732-1799), el primer presidente de los Estados Unidos, le enseñó a su hijo los principios bíblicos sobre la política y moral social que él cultivó después durante su existencia. De su piadosa madre heredó el hábito de orar dos veces por día y de ocuparse en la lectura regular de las Escrituras.

La madre de Fernando Foch (1851-1929) el gran mariscal francés que se destacó en la Primera Guerra Mundial, le enseñó a confiar en Dios y en los recursos infinitos de la oración. Como resultado sus comandados, refiriéndose a él, decían: “El mariscal Foch es un hombre de oración, un profeta de Dios”. Durante su existencia mantuvo religiosamente los hábitos devocionales que aprendió de su madre.

La madre de Isaac Newton (1642-1727), uno de los mayores científicos de todos los tiempos, oraba personalmente con cada uno de sus hijos, cada día, inculcando en ellos la fe en Dios y en s u palabra. Newton escribió: “Nací en un hogar de bien, que me inspiró el temor del Señor”.

La madre de Dwight L. Moody (1837-1899) el gran evangelista luchó contra la pobreza en la charca de la Nueva Inglaterra. Era viuda y enfrentó muchos problemas, pero se dedicó a enseñar a su hijo la importancia de los valores eternos. A los dieciocho años Moody aceptó a Cristo y pocos años después dedicó su vida a la proclamación del evangelio.

Pero la responsabilidad de criar los hijos “en la disciplina y amonestación del Señor” se extiende también al padre. ¡Qué patético es ver a los hijos vacilando en sus convicciones, todo como resultado de la ausencia de cooperación y armonía entre los padres en la ardua tarea de guiar a la prole en los caminos de la justicia!

Billy Graham, con excelsa ternura, escribió: “Cuando leo la emocionante parábola del hijo prodigo, nunca puedo olvidar que fue la influencia de un hogar distante y de un padre amoroso lo que permitió el regreso y la recuperación de aquel joven andrajoso”.

La tarea de guiar a los hijos en los caminos del Señor es pesada. Por eso, busquemos la orientación divina a través de la oración y la lectura de la Biblia, la cual nos muestra como llegar a los cielos y nos ensena como conducirnos aquí en este mundo.

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