jueves, 18 de junio de 2009

LA LLUVIA TARDÍA

Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos y les dará lluvia abundante (Zacarías10:1)

Por Víctor Cruz

“Que los cristianos… pidan con fe la bendición prometida y la recibirán, escribió y exhorto una cristiana. “El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue la lluvia temprana y gloriosos fueron los resultados. Pero la lluvia tardía será aun más abundante”.

En algunos lugares hemos visto los beneficios de algunos aguaceros, precipitaciones ocasionales. Pero “podemos… estar tan destituídos de la influencia vivificadora del Espíritu Santo, como las montañas de Gilboa estaban destituidas del rocío y de la lluvia”.

Las montañas de Gilboa figuran en la historia de Israel como un lugar de triste memoria. En sus laderas la nación sufrió una humillante derrota. Luchando bravamente contra los filisteos, cayeron Saúl y su hijo Jonatán. Lamentando aquella gran tragedia, con lágrimas David maldijo la montaña en los siguientes términos: “Montes de Gilboa, ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros” (Sam. 1:21).

Hay muchos entre nosotros que contemplan la lluvia tardía como un evento futuro y viven en el presente una experiencia sin frutos, comparable a los resultados de una grande y prolongada sequía.

En una ocasión un director de un instituto en las Cercanías de Curitiba (Brasil), conocido por su crónica escasez de agua.

Un año tuvimos una temporada especialmente seca. Los campos, en otro tiempo verdes, parecían estar fulminados por la larga sequía. Buscamos aguas en áreas distantes y hasta cierta ocasión tuvo que venir un camión del cuerpo de bomberos de la ciudad para socorrernos, trayendo el precioso liquido en uno de sus gigantescos camiones tanque.

Durante semana oraron al Señor pidiéndole lluvia. Finalmente, la lluvia descendió generosa y refrescante, y todos, contagiados por una enorme euforia, celebramos festivamente el evento.

¡Qué transformación! Los campos del colegio reverdecieron. Los arboles ganaron nuevos vestidos. El entusiasmo y la alegría volvieron a la institución cuando las lluvias llegaron. ¡Qué extraordinario es el poder renovador de la naturaleza!

Para los que se afligen con la apatía, somnolencia y aridez que vemos en la iglesia en nuestros días, el profeta exhorta: “Pedid a Jehová la lluvia en la estación tardía, Jehová hará relámpagos y os dará lluvia abundante”.

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victorcruz2009@hotmail.com

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