El alma del perezoso desea y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada (Proverbios 13:4)
Por Víctor Cruz
Los técnicos de una Facultad de Veterinaria hicieron una experiencia singular. Observaron los perros en dos situaciones distintas. Encerraron en una gran perrera a cierto número de perros sin pulgas y en otro a una cantidad igual de perros con pulgas. Percibieron que, después de cierto tiempo, los animales con pulgas estaban más tranquilos que los que no tenían pulgas. Llegaron a la conclusión de que los animales llenos de pulgas estaban más serenos porque estaban en constante actividad, rascándose, mientras que los otros, sin ninguna ocupación, pasaban el tiempo irritados, ladrando desesperadamente.
Hay en esta conclusión una lección aplicable a nosotros los seres humanos. La ociosidad constituye una fuente permanente de neurosis, irritación y desesperación. Son más los que se enfrentan como resultado de la inactividad, que lo que sufren las consecuencias del exceso de trabajo.
La pereza es la madre fecunda de todos los vicios. Transforma al hombre respetable en un despreciable vagabundo. Hace de una mujer virtuosa una prostituta vulgar; y de un joven prometedor un peligroso delincuente.
Ganar el pan con el “sudor de tu frente” tiene por fin nuestro bien, porque una persona ocupada está menos sujeta a las tentaciones que el ocioso.
Un humilde limpiabotas, en la ciudad de Bredford, Inglaterra notó pequeños copos de lana que volaban en la calle llevados por el viento. Sin abandonar su oficio de limpiabotas comenzó a juntarlos, hasta llenar con ellos un saco. Los llevó a una fábrica y los vendió. El gerente, admirado por el espíritu laborioso del joven, prometió comprarle toda la lana que le llevara. Entonces el joven se dirigió apresuradamente a otra fábrica y compró cuatro fardos. Enseguida los llevó a la primera fábrica donde los vendió con un pequeño margen de ganancia. El gerente quedo tan admirado por el dinamismo de aquel joven, que lo admitió como empleado en la industria. Rápidamente se ganó la confianza y obtuvo sucesiva promociones, llegando a ser en poco tiempo gerente y socio de la empresa. Con el pasar de los años se convirtió en unos de los industriales más ricos de Bredford.
¿Cuántos copos de lana hemos dejado pasar?
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