martes, 1 de septiembre de 2009

MIEDO

Me asegurare y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová
(Isaías 12:2)

Por Víctor Cruz

Millones de criaturas humanas que habitan en aéreas afligidas por constantes conflictos ideológicos, rivalidades tribales o inseguridades económicas, viven permanentemente bajo la tiranía del miedo. Los secuestros, los asaltos y los atentados, son para ellos casi una forma de vida.

En 1985, en Angola, África a las 2:15 de la madrugada en la ciudad de Huambo – cuenta un hermano- por causa del tronar de los cánones, el ruido de los tanques de guerra, fue con cuidado a la ventana y vio el fondo oscuro de la noche iluminada con las bombas que cruzaban el espacio produciendo un ruido aterrador. Era el enfrentamiento militar entre las tropas del gobierno y los soldados de la Unitas, que desafiaban la legitimidad del poder constituido. El combate se prolongó durante casi dos horas. A la mañana siguiente observó en las paredes del edificio donde paso la noche, las marcas de las balas que las habían alcanzado durante el combate.

Fue una experiencia dramática e inolvidable. Sin embargo, éste es el drama que viven millones de personas, afligidas constantemente por interminables amenazas e intimidaciones.

Frente a éste estado de cosas, hay muchos que temen vivir. Otros temen morir. Y están los que temen la soledad, o el desempleo, o la guerra, o la recesión económica, o el fracaso profesional, o la enfermedad, o los enemigos, o el propio miedo.

Pero en la Palabra de Dios, encontramos preciosas promesas que libran de las garras del temor. Esas promesas se asemejan al cuadro de un lago con aguas serenas, rodeado por un paisaje bucólico, donde todo inspira calma y tranquilidad.

El versículo predilecto del evangelista Moody era Isaías 12:2 “Me aseguraré y no temeré”. Al repetir su versículo preferido, añadía siempre: “Al cielo se puede viajar en primera o en segunda clase. La segunda clase es: En el día que temo, yo en ti confió; la primera clase es: Me aseguraré y no temeré”. La confianza incondicional produce la paz interior que tanto deseamos. Esforcémonos para, con la gracia divina viajar al cielo en primera clase.

Dios todavía reina en el universo. Él todavía controla todas las cosas. Centralizando en él nuestra confianza, tendremos paz de espíritu, aun cuando enfrentemos al miedo que avasalla al mundo.

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