miércoles, 30 de diciembre de 2009

EL SEÑOR CUIDA DE MÍ

Yo soy pobre y necesitado, pero el Señor cuida de mí. Tu eres mi auxilio y mi libertador, no te detengas; oh Dios mío (Salmo 40:17)


Por Víctor Cruz

Recuerdo una de las visitas de un hermano a una piadosa hermana que vivía en un miserable tugurio, en una de las villas miserias de Rio de Janeiro, Brasil. El hermano era pastor de la iglesia central de aquella ciudad. Informado acerca de los problemas que afligían a aquella pobre hermana, y sintiendo su ausencia en las reuniones de la iglesia decidí llevarle una palabra de fe y confianza, y al mismo tiempo animarla a volver a participar de las bendiciones del culto corporativo en los atrios de Dios.

Me sorprendí al ver el ambiente nauseabundo de la villa, y la miseria y el abandono de aquel montón de casuchas. Caminando por las estrechas y sinuosas calles, llegué finalmente a la puerta de la barraca donde vivía nuestra hermana. En pocos instantes ella apareció, y con una cordial sonrisa, me invito a entrar.

Las palabras son insuficientes para describir el cuadro que encontré: Una pobre madre con seis hijos menores, abandonada por el esposo, entregada a su propia suerte.

Tratando de evaluar la situación, con el objeto de ayudarla en sus desdichas, oí de sus labios las palabras del salmista: “Yo en verdad soy pobre y necesitada, pero el Señor cuida de mí”.

El salmista no se imagino, la influencia que éste versículo tuvo en el corazón de aquella madre destituida de bienes personales. Pero el efecto de las palabras de David en los labios de aquella desventurada mujer fue electrizante. Jamás olvidaré la impresión que me provocaron sus palabras. Desde aquella hora en adelante este versículo llegó a ser para mí un inestimable tesoro.

“El Señor cuida de mi” ¡Gloriosa promesa! Aunque la Tierra cuente hoy, con miles de millones de habitantes, Dios vela sobre nosotros individualmente. En la lista de esos millones de seres humanos es posible que tú seas un individuo desconocido. Sin embargo, éste versículo dice que estas bajo el cuidado divino. Demos gracias a Dios por esta seguridad.

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