jueves, 5 de marzo de 2009

GANANCIAS Y PÉRDIDAS

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo
(Filipenses 3:7)

Por Víctor Cruz
En su Epístola a los Filipenses, después de desenmascarar las intenciones de sus adversarios, a los cuales identifica como “enemigos de la cruz, Pablo presenta una significativa lista de “ventajas” que él estimaba como “desechos” por amor a Dios.

“Circuncidado al octavo día”. Es decir, no era judío por proselitismo, circuncidado ya en edad adulta, sino por el contrario era un legítimo hijo de Abraham.

“De la tribu de Benjamin”. Descendiente de una tribu conocida por su pureza étnica, Pablo podía vanagloriándose de su genealogía sin mezcla con sangre de gentiles.

“Hebreo de hebreos”. El apóstol subrayaba aquí el hecho de que tanto su padre como su madre eran hebreos.

“En cuanto a la ley, fariseo”. Había sido miembro de un grupo religioso conocido por su gran apego a las tradiciones de Israel, por su ortodoxia en la doctrina e interpretación de la ley.

“En cuanto a celo, perseguidor de la iglesia”. No había sido un fariseo pasivo, sino intolerante y activo, de tal modo que movilizó contra la iglesia una guerra sin cuartel.

“En cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”. En el consenso de sus paisanos y a la luz de la filosofía farisea, había alcanzado un elevado nivel de perfección religiosa.

Pero todo este precioso acervo para un hombre todavía tan joven como era Pablo, él consideró como desecho: “…cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor a Cristo”. Sus glorias pasadas sólo fueron lucro hasta el día en que conoció a Cristo.

– ¿Cuánto me va a costar ser miembro de su iglesia? – preguntó una señora, dirigiéndose al pastor.

– No le va a costar nada, y también le va a costar mucho – respondió el pastor –. Voy a explicarle: A mi hermano menor no le costo nada nacer en este país (EE. UU.); pero también le costó la vida. Siendo ciudadano norteamericano, tuvo que luchar en la última guerra mundial y murió en el campo de batalla. El cristiano no paga nada para nacer de nuevo. Pero vivir como cristiano le cuesta mucho. Sí señora, ser cristiana no le costará nada…y le costará mucho.

Pablo renunció a las ganancias del pecado cuando sometió su voluntad a la de Cristo, abrazando sus ideales.

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