lunes, 30 de marzo de 2009

LA NEGACIÓN DE DIOS

El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay Dios en ninguno de sus pensamientos (Salmo 10:4)

Por Víctor Cruz

El número de los que niegan la existencia de Dios se multiplica en esta era de computadoras y conquistas espaciales. Contribuyen a aumentar la comunidad de los incrédulos las inmunerables corrientes filosóficas, científicas y sociales, tales como el darvinismo, el marxismo, secularismo y otros “ismos” que se inspiran en las fuentes contaminadas del ateismo.

El ateismo, sin embargo, no es un fenómeno característico de nuestra época. Centenares de años antes de Cristo, ya en los días de David, existían los que, con arrogancia, afirmaban: “No hay Dios”. Pero, ¿qué motivo lleva a los hombres a negar la existencia del Creador? El salmista presenta tres razones básicas:

· La primera es de naturaleza intelectual. “El impío no busca a Dios”. Muchas veces los más empedernidos ateos se encuentran entre los investigadores científicos. Pero conocer hechos científicos no basta; el ateismo es el producto de la incapacidad de muchos de llegar a conclusiones lógicas ante las maravillas del universo. La verdadera ciencia no aparta necesariamente al hombre de Dios. Por el contrario, en ella el investigador encuentra las evidencias incontestables de su existencia.

Sir James H. Jeans, el celebre astrónomo contemporáneo, dijo que cuanto más examinaba la vastedad del espacio… mas el universo le parecía el gigantesco plan de un gran matemático: Dios”.

· La segunda causa básica del ateismo es el orgullo, según dice el salmista en el texto de hoy. El orgullo es la concepción exaltada que una persona tiene de sí misma, lo que la lleva a no admitir la existencia de un soberano a quien debemos obediencia, sumisión y culto. En su autosuficiencia, el incrédulo niega la existencia de la Deidad, pues no admite que alguien se ponga en su nivel más elevado que su propio “yo”.

· Finalmente, la tercera razón del ateismo, sugerida por el salmista, es su impiedad. Su lengua destila veneno y maldad. La malicia trasborda su corazón. Ignora la justicia, el bien, la rectitud y la caridad. Desprecia al pobre y al desamparado. Acaricia el vicio y ridiculiza las virtudes cristianas.

Reconociendo a Dios como nuestro creador y sustentador, rindámosle honra, gloria y alabanza, hoy y eternamente.

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