miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL ENEMIGO DE LA JUSTICIA

Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo
(Lucas 10:18)

Por Víctor Cruz

Refiriéndose a la controversia entre los dos grandes enemigos el vidente de Patmos describe así la espectacular caída de Satanás: “¡Hay de los moradores de la Tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira” (Apoc. 12:12).

Un escritor brasileño, al describir la caída de Satanás, con mucha imaginación pero con poca teología dijo que en su caída precipitada a través del espacio, al encontrarse con la atmosfera que rodea a la Tierra, Satanás se despedazó. Y donde cayeron sus manos se intensifico el crimen, donde cayó la lengua aumento la maledicencia; y donde cayó el corazón, el odio suplantó al amor.

La Biblia dice que descendió hasta nosotros incólume y que se transformó en la causa original de todo pensamiento indigno, de todo acto condenable y de toda palabra censurable.

Hay muchos que no creen en su existencia. Otros dicen que Satanás es meramente un símbolo del mal que existe en el mundo. ¿Por qué? Mayormente porque en la Edad Media pintaban a un diablo grotesco y ridículo.

Pero la Palabra de Dios nos lo presenta de cuerpo entero, como enemigo astuto, cuyas mañas y artimañas varían de acuerdo con las personas que desea seducir. Su único y deliberado propósito es separar a la criatura de su Creador. Y para lograr este objetivo utiliza los más variados ardides.

Con algunos emplea la astucia; a otros los induce abiertamente a creer en falsas doctrinas; y a otros los hace indiferentes para con la iglesia; poniéndoles en el corazón el amor al mundo y a sus concupiscencias. Divide a la iglesia usando el fermento de la discordia; siembra en los hogares la controversia; implanta en el corazón la duda y desesperación; y con sutiles tentaciones, se esfuerza para llevarnos a los más profundos abismos de la rebelión contra Dios.

Por eso, es muy oportuna la advertencia: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo; como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pe. 5:8).

“En Cristo hay gracia para cada persona y se ha provisto en él un camino de escape, de manera que nadie necesita caer bajo el poder del enemigo”.

“Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efe. 6:10, 11).

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