viernes, 19 de diciembre de 2008

EL PODER DE LA CRUZ

Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo (Gálatas 6:14)

Por Víctor Cruz

Estando en Corinto, el aposto Pablo fue informado de que en las iglesias de Galacia algunas personas procuraban deliberadamente “trastornar el evangelio de Cristo”, confundiendo a los fieles con sus herejías e induciendo a muchos a aceptar un “nuevo evangelio” sin el “escándalo de la cruz”.

Con el propósito de combatir la “nueva enseñanza”, Pablo escribió la Epístola a los Gálatas, consideraba por los estudiosos como inestimable tesoro incorporado al Nuevo Testamento. Conforme era su costumbre, dictó la epístola a un escribiente. Era entonces un predicador cubierto de canas, con evidentes deficiencias visuales, y por eso utilizaba un ayudante. Sin embargo, al llegar al fin de la carta, quiso escribir con su propio puño un último mensaje de fe. Y lo hizo, registrando su confianza inquebrantable en aquello que consideraba el centro del evangelio: “pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.”

No hay en esta declaración ninguna alusión a la cruz material en la cual el Nazareno fue crucificado. Tampoco encontramos en este texto una referencia a la cruz que cada uno debe llevar si quiere seguir a Cristo. Pablo se gloriaba en la cruz, es decir, en el gran acontecimiento que ella representa: la muerte expiatoria de Jesús.

Las iglesias de Galacia, como resultado de la obra maléfica de algunos agitadores judaizantes, tendían a adoptar una forma de cristianismo sin la cruz. Persuadiendo a los creyentes a observar las leyes ceremoniales, pervirtieron la sana doctrina de tal modo que la salvación paso a ser considerada como algo que se obtiene apenas por merecimiento, y no recibida como una dadiva de gracia. Esta herejía fue otro intento de Satanás para neutralizar el poder de la cruz. Para el creyente, la remoción de la cruz seria como el apagarse del Sol, dejando al mundo sumergido en las tinieblas.

Aunque para unos la cruz es un escándalo y para otros una locura, para el predicador de las naciones y para nosotros los que creemos simboliza el perdón, la paz y la alegría de la redención. Este fue el mensaje de Pablo en sus últimos días. Este mensaje de las Escrituras es para nosotros hoy.

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