miércoles, 14 de octubre de 2009

DIECISÉIS O SESENTA Y TRES MÚSCULOS

Entonces nuestra boca se llenara de risa
(Salmo 126:2)
Por Víctor Cruz

En un concurso celebrado en Italia, 30 mil jóvenes recién casadas se presentaron como candidatas al título de “La esposa ideal”. Todas pasaron por un minucioso escrutinio orientado por un seleccionado cuerpo de jurados, el cual decidió premiar por sus nobles y singulares virtudes a la joven esposa Ana Celini Nate.

Esta decisión significó para la señora Nate un generoso premio en dinero y un viaje de ida y vuelta, en compañía de su esposo, de Roma de Johannesburgo, y hospedaje gratuito durante un mes en África del Sur, “el país del sol eterno”. A los periodistas que la entrevistaron les dijo, entre otras cosas: “La esposa ideal debe saber sonreír, aunque esté atribulada y deprimida”.

De una publicación distribuida por la Eastman Kodak Company a sus clientes extraemos la siguiente pregunta: “¿Sonreímos porque somos felices o somos felices sonreímos?” William James decía que somos felices porque sonreímos. “La felicidad”, añadió él, “procede de una disposición alegre y optimista”.

La inspiración exhorta: “Sonreíd, padres; Sonreíd, maestros. Si vuestro corazón esta triste, que vuestro rostro no lo manifieste. Que la luz de un corazón amante y agradecido ilumine el rostro”.
En efecto, sonreír es un acto simple. Cuando sonreímos, dicen los que estudian anatomía, ponemos en función 16 músculos. En cambio, cuando dejamos caer el ceño, arrugando la frente, ponemos en actividad 73 músculos y transmitimos a los demás un mensaje de angustia y desesperanza.

La sonrisa es la demostración de un corazón alegre. Cuando sonreímos nos mostramos optimistas y confiados. “Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres” (Sal. 126: 3).

La sonrisa contribuye para que disfrutemos de mejor salud. “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Prov. 17:22).

La sonrisa favorece nuestra apariencia. “El corazón alegre hermosea el rostro”. La sonrisa indica que somos felices y nos permite contagiar a otros con este gozo radiante que disfrutan los que confían en el Señor. “He aquí que mis siervos cantaran por jubilo del corazón” (Isa. 65:14).

Sonriamos hoy, con la seguridad de que “si damos sonrisas ellas nos serán devueltas”.

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