miércoles, 29 de abril de 2009

BENDITA PROMESA

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta (Filipenses 4:19)

Por Víctor Cruz

Era una iglesia afligida por perturbadores financieros. El pastor, desanimado, pensó en solicitar al presidente de la Asociación que lo transfiriera a otra iglesia. La deuda contraída era demasiado elevada y él había empleado todos los recursos disponibles con el objeto de paliar la crisis, pero todo resultó en vano. Oró pidiendo que Dios lo ayudar a solucionar el problema, pero se sintió perplejo ante el silencio de Dios.

Un día le pareció oír una Voz del cielo que le decía: “Pon en mi mano tu problema; confía en mí y a su tiempo operaré”. Y mientras se inclinaba para presentar su problema al Señor, surgió en su mente la promesa registrada en Filipenses 4:19: “Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta”. Confortado con estas palabras, entregó a Dios su iglesia con todos los problemas y suplicó el cumplimiento de la promesa.

Después se acostó para dormir, pero no consiguió conciliar el sueño; la crisis que pasaba su corazón parecía aplastante. Después de una o dos horas de angustiante insomnio, le vino a la mente la idea de arrodillarse nuevamente y pedirle a Dios una solución para su problema. Y Satanás utilizó la crisis para lanzar en su corazón la simiente de la duda. En agonía, se arrodilló otra vez al lado de su cama y, con el rostro humedecido por las lagrimas, oro: “Señor, en esta noche, antes de acostarme, te entregué mi problema, seguro de que vendrías en mi socorro. Yo todavía creo en ti y en tus eternas providencias. Acepta mi gratitud y mi alabanza”.

Se acostó nuevamente, pero aun así no consiguió dormir. Los problemas financieros de la iglesia continuaban afligiéndolo. Su angustia se agravaba con la incapacidad para conciliar el sueño. ¡OH! Si por lo menos pudiera descansar su espíritu atribulado.

Volvió una vez más a la presencia del Señor, derramando sobre él sus aflicciones y súbitamente, una dulce paz inundó su ser. Y durmió un sueño profundo y tranquilo.

No es necesario decir que Dios oyó la suplica angustiosa del joven pastor y le concedió abundante provisión. “Encomienda a Jehová tu camino y confía en él y él hará”.

Iniciemos este día entregando nuestros problemas a Dios. Renovemos nuestra confianza en sus eternas providencias y con paciencia aguardemos el cumplimiento de su promesa.

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