Sin recapacitar ni rectificar, ni efectuar la constricción por sus progresivos reveses electorales, el PRSC enfrenta ahora nuevas amenazas, propias de sus desandanzas:
(1) Su dirección ha quedado revestida de ilegalidad por haber expirado el período para el cual fue elegida y por los continuos subterfugios de que se han valido sus integrantes para no cumplir el mandato que la última asamblea ordenó; (2) la mezquindad al no compensar con legitimidad esa ilegalidad, mediante el involucramiento de todas sus fuerzas internas, propiciando en cambio exclusiones, caciquismos pretenciosos subrogantes del liderazgo auténticamente ganado; (3) por haberle conferido la JCE el carácter de partido minoritario en base al andamiaje legal que el partido endosó como respuesta a cada revés electoral en lugar de analizarse introspectivamente y corregirse; (4) por la frustración que amenaza una reunificación llevada a cabo a través de fuegos artificiales o golpes de efecto –declaraciones, actos de masas nutridos con el reciclaje de las mismas caras cuyos efectos se diluyen al día siguiente, seminarios de pleitesía a lo exógeno, ignorando lo endógeno, actos propios de publicarse en los carnets sociales, etc. –sin que a cuatro meses de declarada se hayan celebrado reuniones serias para acordar premisas y lineamientos programáticos en que debe fundamentarse dicha reunificación; y (5) por la ambivalencia de su línea política, que desorienta a la ciudadanía en cuanto a si es opositor, propulsor de un gobierno más reformista o de un PRSC más gobiernista. Hasta tanto estas desandanzas sean sincera y racionalmente desandadas, el reformismo no se fortalecerá para mejorar la democracia, como amonestó su fundador: existiendo dos caminos paralelos para ello:
Lo demás vendrá por añadidura.
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