jueves, 16 de abril de 2009

LOS OJOS DE JESÚS

Salió Jesús y vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos
(Marcos 6:34)

Por Víctor Cruz

Jesús había ido a un lugar solitario, en la extremidad norte del lago, para reposar un poco, lejos del ruido y la agitación de las multitudes. Pero el descanso fue interrumpido por una enorme masa humana que vino a él deseosa de ver sus grandes milagros y de oír sus penetrantes enseñanzas, ávida de consuelo y esperanza.

El relato evangélico de hoy dice que cuando Jesús vio la multitud, “tuvo compasión de ellos”. A veces me pregunto: ¿Cómo serian los ojos de Jesús? ¿De qué color eran? ¿Cómo era cuando contemplaba las angustias humanas? Llenos de amor y compasión, ciertamente. Los ojos de Jesús contemplaba siempre al pecador con ternura y misericordia. Vio la multitud “y tuvo compasión de ellos”.

En uno de los salmos de David encontramos esta maravillosa promesa de Dios “te haré entender y te ensenaré el camino en que debes andar, sobre ti fijaré mis ojos”. Eso significa que no estamos solos al recorrer nuestro camino en este mundo.

“El ojo de Jehová está sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia”. No estamos abandonados, entregados a nuestra propia suerte, porque los mismos ojos que contemplaron con misericordia y compasión a aquella multitud, están hoy, con ternura, fijos sobre cada uno de nosotros.
Desde la ladera de la montaña, Jesús contempló a la multitud inquieta y su corazón se enterneció ante aquel cuadro. No la vio como un gran conjunto amorfo de cabezas. El Salvador los vio como hombres, mujeres y niños, con sus aspiraciones y frustraciones, anhelos y aflicciones. En medio de este gran conglomerado estaban aquellos que habían perdido las esperanzas y no podían ocultar su perplejidad y pesar. Jesús los contempló con ternura y compasión, y simpatizó con sus problemas y angustias. “Porque eran como ovejas sin pastor”. Como resultado de esa aproximación, la multitud recibió el alimento espiritual a través de las enseñanzas de Jesús y, ya al finalizar el día, fueron alimentados físicamente.

¿Sentimos nosotros las necesidades del mundo? Entre las densas sombras de la incertidumbre, miles y miles de seres humanos claman por ayuda. Concédanos Jesús Corazón sensible a las privaciones físicas y a las angustias espirituales de las multitudes que nos rodean.

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