miércoles, 1 de abril de 2009

LA QUINTA COLUMNA

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino… contra huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12)


Por Víctor Cruz


La guerra civil española (1936-1939) dejo un saldo de un millón de muertos. Cuando el conflicto parecía alcanzar su punto critico, el general Emilio Mola Vidal, comandando cuatro columnas expedicionarias, avanzó en dirección a la capital del país. Pero, además de ellas, el general contaba con el valioso apoyo de una quinta columna, infiltrada en Madrid, que habría de entregarle la ciudad en el momento decisivo.

Entre alguna de las lecciones que la historia nos enseña, figura la caída de los imperios y las instituciones que se desmoronaron minados por fuerzas internas. El historiador Edgard Gibbon (1737-1794) atribuye la caída de Roma no a causas externas, sino las internas.

Muchas civilizaciones fueron derrotadas por las actividades saboteadas internas de los integrantes de la quinta columna. Estas lecciones de la historia nos sirven de advertencia también con relación a la iglesia. No son las fuerzas opositoras externas sus mayores enemigos, sino las tendencias solapadas que se insinúan dentro de la iglesia, estimuladas por el gran adversario: Satanás.

¿Cuál fue la mayor derrota sufrida por el pueblo de Dios? ¿La violencia, el martirio, la inquisición? No. Su mayor derrota fue cuando comenzó a recibir los favores del imperio y perdió su pureza y fervor. Abandonó las catacumbas y se acomodó con las glorias del mundo. Fue la quinta columna la que debilitó internamente, pavimentando el camino para el entorpecimiento de la fe y la implantación de un seudocristianismo. ¡Y Satanás saltó de alegría con su triunfo!

“Tenemos mucho más que temer de enemigos internos que de externos. Los impedimentos para el vigor y el éxito provienen mucho más del pueblo de Dios que del mundo”.

Nuestro adversario no nos combate únicamente del lado de afuera. Él está en el interior, en el corazón de cada uno de nosotros. Donde hay contienda, indiferencia, apatía, engaño, mundanería, ahí está la quinta columna del mal, donde Satanás pretende apoyarse en su asalto final contra los hijos de Dios.

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